Mucha gente se extraña cuando les digo que he quedado para ir a bucear por la noche. Al fin y al cabo, todos los deportes al aire libre y sobre todo los que son más en contacto con la naturaleza tienen una variante nocturna con linternas y demás gadgets, y con distintos alicientes a practicarlos de día: senderismo, mountain-bike, etc. ¿Por qué no el buceo? Supongo que a la gente que no lo ha probado ni de día, meterse bajo el agua respirando con un tubo en la boca y encima, de noche, se les antoja algo de locos.
Para mucha gente, uno de los factores más importantes del buceo son las sensaciones que experimenta bajo el agua. En el club hay algunos compañeros que se pueden tirar horas y horas explicando qué han sentido en una inmersión en concreto y por qué esa sensación ha hecho ese momento especial. Yo no soy tan místico, si bien es cierto que me gusta el silencio y la tranquilidad (si, bucear cuando tienes práctica, relaja) que se experimentan bajo el agua, aunque sobre todo la ingravidez y la libertad de movimiento. Y volviendo a las sensaciones, qué duda cabe que si ya con luz toda la percepción del entorno cambia una vez que te sumerges, imaginad en una completa oscuridad sólo rota por los pequeños conos y círculos de luz que proyectan aquí y allá nuestras linternas.
Este vídeo por ejemplo es de hace dos semanas, justo tras la entrada al agua en La Llosa (Benidorm, Alicante). La operativa normal en un caso como este que íbamos dos barcas (yo en la segunda) es que la primera fondea («echa el ancla», en realidad se amarra a una boya que hay fija en el fondo) y la segunda se amarra a la primera con un cabo. Una vez las dos embarcaciones tienen el motor parado, saltamos al agua y por superficie flotando con el chaleco hinchado nos desplazamos hasta la primera embarcación para descender más o menos todos juntos por el cabo de proa hasta la base del fondeo. ¿Qué tuvo de especial este día? Había una corriente en superficie bastante… entretenida. Era muy difícil aletear en superficie contra corriente para llegar hasta la otra barca y de ahí al cabo, y además de difícil cansado con lo que ya empezaríamos la inmersión fatigados y por qué no, un poco estresados. ¿Solución? En lugar de ir a buscar el cabo para descender por éste, bajar a saco en mitad del azul (negro más bien) hasta 7-8 metros donde la propia mole de roca de La Llosa nos protegería de la corriente, y ya desde ahí acudir buceando al punto de reunión.
¿Qué os parece? Parece de la película Abyss, ¿no? Sensaciones:
- oscuridad total salvo por las linternas y las luces de localización que llevamos en la botella (las que parpadean).
- desorientación al no tener (no ver) puntos de referencia.
- por el mismo motivo, no se puede apreciar la distancia ni el desplazamiento. Durante ese vídeo recorro fácilmente 30-40m hasta que llego donde están todos los demás, pero hasta que no estoy cerca y se distingue mejor a los buceadores se podría pensar que estoy quieto.